Plaza & Janes, 1982 – 251 páginas
En España cuando yo era joven, salvo raras excepciones, no se conocían más que dos posibilidades de hacer el amor: el burdel y el matrimonio. Cuando, en 1925, llegué por primera vez a Francia, me parecía extraordinario y hasta de mal gusto que un hombre y una mujer se besaran en la calle. También me asombraba que un chico y una chica pudieran vivir juntos sin estar casados. Era algo inaudito. Estas costumbres me parecían obscenas.
Desde aquellos tiempos lejanos han ocurrido muchas cosas. De modo particular durante los últimos años, he comprobado la progresiva y, finalmente, total desaparición de mi instinto sexual, incluso en sueños. Me alegro, pues me parece haberme liberado de un tirano. Si se me apareciera Mefistófeles, para proponerme para recobrar eso que se ha dado en llamar virilidad, le contestaría: «No, muchas gracias, no me interesa, pero fortaléceme el hígado y los pulmones, para que pueda seguir bebiendo y fumando».
Libre de las perversiones que acechan a los viejos impotentes, recuerdo con serenidad y sin nostalgia a las putas madrileñas, los burdeles parisienses y las Taxi Girls de Nueva York. Dejando aparte algunos cuadros plásticos de Paris, creo que no he visto en toda mi vida más que una sola película pornográfica, deliciosamente titulada Soeur Vaseline. Salía una monjita en el jardín del convento que se tiraba al jardinero, el cual, a su vez, era sodomizado por un fraile y acababan los tres formando una figura de conjunto.
Aun me parece estar viendo las medias negras de algodón de la monja, que terminaban por encima de la rodilla. Con René Char, físicamente tan vigoroso como yo, hicimos un plan para introducirnos en un cine para niños, atar y amordazar al operador y proyectar Soeur Vaseline para ese público infantil. La perversión de la infancia nos parecía una de las formas de subversión más atractivas. Por supuesto, no lo hicimos.

Estas memorias son el fruto de dieciocho años de trabajo y de amistad entre Luis Buñuel y Jean-Claude Carrière. Juntos hicieron seis obras maestras del cine: Diario de una camarera, Belle de jour , La Vía Láctea, El discreto encanto de la burguesía, El fantasma de la libertad y Ese oscuro objeto del deseo. El libro nació espontáneamente de sus entrevistas en España y México durante los intervalos de las sesiones de trabajo; el uno evocando sus recuerdos y el otro recogiendo las palabras del amigo y anotándolas. Mi último suspiro recoge la voz y las propias palabras de Luis Buñuel, y nos da una particular visión del genial cineasta y de su mundo más personal.