Por eso es oportuno evocar, como ejemplo notable de esa capacidad de Hernando Valencia Goelkel, su comentario a El general en su laberinto, en el que destaca las calidades literarias de ese texto entrañable, pero desmonta la estructura ideológica, las tesis ingenuas que García Márquez quiso defender. En este brillante análisis, Valencia lamenta que la novela pretenda todavía alimentar la trivial e inútil querella entre las memorias de Bolívar y Santander y deja a la vista la ingenuidad de seguir elogiando a Bolívar, como un Colón que nunca hubiera descubierto a América, por el sueño bolivariano, por esa utopía fracasada reivindicada por García Márquez, que se ha convertido en «un Sueño tan dañino y tan perverso como un mal amor: su no cumplimiento es causa de todas nuestras desdichas, su eventual realización es pretexto para todas las retóricas y asidero para sucesivas utopías de pacotilla». Que esto se hubiera escrito hace quince años muestra hasta dónde era capaz Valencia Goelkel de ver a Colombia con profundidad, con una agudeza que ve más lejos que esfuerzos más eruditos y disciplinados, y a veces hasta con esa aparente capacidad premonitoria que tal vez proviene simplemente de no haberse dejado entusiasmar con palabras e ideas vacías.
Jorge Orlando Melo G
Hernando Valencia Goelkel