…todos los que ofrecen la libertad, están preparando ya los verdugos que van a castigar nuestros crímenes.

Carlos Bueno

4 agosto, 2024

Estanislao Zuleta - Wikipedia, la enciclopedia libre

Estanislao Zuleta

Ninguna sociedad se puede fundar en el amor y este hecho es el que hace posible la existencia del derecho. El amor es la fusión de dos o la traición de uno al otro. No hay otra alternativa. El amor no reconoce derechos y por eso la sociedad no se puede fundar en el amor. A la fórmula cristiana de ama a tu prójimo como a ti mismo, Freud hace un pequeño agregado: odia a tu prójimo como a ti mismo. Porque, si uno no tiene contra el otro una hostilidad, un deseo de que cambie, una crítica, un ánimo de posesión, el amor entonces no es más que una contemplación beatífica del objeto. No es un amor practicable. Este, es el que está mezclado con odio y por eso hay que buscar que el objeto de amor no sea como es. Hay que cambiarlo. Una sociedad se funda en el amor y en el odio, pero no se puede fundar simplemente en el amor.

 

 

Lo más lamentable de la ideología cristiana es la absolutización del amor que se formula en aquella idea de Amaos los unos a los otros. Esa frase no significa nada de por sí. Tienen que tratarse los unos a los otros con amor y con odio; con crítica, con oposición, con diferenciación. Hay que buscar que el otro cambie precisamente porque se le ama. Esta frase es una tontería, es una melaza de la que tendremos que salir algún día.
Nosotros hablamos de libertad. Este es un concepto muy complicado, muy dudoso. Somos deterministas y estamos hablando continuamente de libertad. Nosotros no creemos en el libre albedrío. Somos deterministas. Creemos que no hay nada sin causas. Ni en la conducta humana ni en la naturaleza. No creemos por tanto ni en el pecado ni en el castigo. Pensamos como Nietzsche que todos los que ofrecen la libertad, están ´preparando ya los verdugos que van a castigar nuestros crímenes. Spinoza decía, libertad es el nombre que damos a la ignorancia que tenemos de las causas de nuestros actos.

 

No creemos en la libertad en el sentido metafísico del libre albedrío. Nadie hoy en día cree en la libertad a no ser que apele directamente a la teología. Ni siquiera colgándose de la existencia de Dios se puede sostener la idea de libertad en el sentido metafísico. Hay formas distintas de la determinación. Platón decía que el hombre es libre solamente para dos cosas: para amar y para pensar. Sólo de esta manera es libre, no en el sentido de que pueda concebirse como un ser sin causas, que fue el enredo que nunca pudo resolver Kant. Platón va mucho más lejos. Se es libre para amar porque nadie lo puede obligar a uno a amar ni a pensar. Este es el fracaso de los tiranos que lo pueden obligar a uno a arrodillarse, a resignarse en la cárcel, a todo lo que quieran, pero no a que los amen o piensen como ellos. Ese es el fracaso central, su impotencia fundamental, la impotencia del poder.

 

La libertad se puede pensar con relación a los posibles. A un hombre le es posible pensar, le es posible escribir, decidir intervenir. Y si se le niega la posibilidad concreta que tiene, entonces decimos que se le domina. Nosotros nunca nos hemos preocupado porque se roben los huevos de la gallinas cuando están dormidas: la explotación de la gallina por el hombre es algo que nunca nos ha quitado el sueño, porque los posibles de las gallinas son muy pocos. En cambio, los posibles del obrero son inmensos y están coartados efectivamente por un mecanismo.

 

La liberación es entonces la liberación de las determinaciones no necesarias de tal manera que se desarrollen los posibles que ya están implícitos. El hombre que sabe hablar puede ser un lógico, puede ser un escritor, puede aprender a leer, puede amar… Pero, si lo ponen a sacar carbón todo el día, como un esclavo, le están quitando los posibles que ya tiene. En ese sentido y sólo en ese sentido hablamos de libertad.

 

Conversaciones con Estanislao Zuleta

 

Estanislao Zuleta, mi padre.

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