La filosofía original en la época antigua era algo ambivalente. Tenemos los dos topos: Heráclito, que lloraba, y Demócrito, que se reía constantemente. Ese rasgo de ambos aparece incluso en sus estatuas. Para Platón, de una tradición distinta, pensar es el placer más elevado. Esto por una razón: la esencia del pensamiento es recordar y lo que debes recordar es el hecho de que hemos estado muy cerca de la esencia divina y lo único que has de hacer para eliminar los obstáculos que no te permiten alcanzarla es recordar claramente. Básicamente, debería tratarse de felicidad. Pero no funciona así porque, ciertamente, en la antigüedad los pensadores eran conocidos por tener siempre una cara triste. Se les respetaba más por ello, sus compatriotas esperaban que tuvieran aspecto melancólico y el ceño fruncido . Era un truco muy bueno, porque nadie siente envidia de alguien triste. Es mejor esconder tu buena suerte. Lo que me recuerda una frase de Walter Serne, el dadaísta, autor del Manual para embaucadores, que decía que siempre que te mudes a una nueva ciudad deja que te preceda el rumor de que tienes un cáncer, eso reduce la envidia. Tus competidores ya no te tomarán tan en serio.
Botones que balbucean imperativos, efigies de caudillos, vivas y mueras prefijados, muros exornados de nombres, ceremonias unánimes, la mera disciplina usurpando el lugar de la lucidez…
Las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la crueldad; más abominable es el hecho de que fomenten la idiotez. Botones que balbucean imperativos, efigies de caudillos, vivas y mueras prefijados, muros...