Una vida de película.

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8 septiembre, 2019

Tulio Bayer Jaramillo

El periodista antioqueño Carlos Bueno Osorio hizo un robusto aporte de 467
páginas con su “Tulio Bayer, solo contra todos” a la bibliografía sobre la vida aventurera del
médico-guerrillero que nació en Riosucio, Caldas, en 1924 y murió de un infarto, mientras
dormía, en París, el 27 de junio de 1982, cuando estaba próximo a cumplir 60 años y
acusaba serios problemas de obesidad. Lo antecedieron con sendas novelas sobre Bayer el manizaleño Eduardo García Aguilar, con “El bulevard de los héroes”, y el boyacense Gustavo Páez Escobar, con “Ráfagas de silencio”.

El autor del libro abre su densa y rigurosa investigación con esta apretada síntesis del personaje de estatura gulliveriana: “Durante la década de los años 60 del siglo XX, Tulio Bayer Jaramillo fue considerado el enemigo público número uno del país. Médico guerrillero. Un vago, un anarquista, un loco, un trashumante, un esquizofrénico que no para en ninguna parte ni se concentra en ningún oficio”. Y añade: “Quienes lo persiguieron y a quienes combatió, especialmente con su pluma y con su humor negro y los avatares a los que lo condujeron, tanto la realidad política, económica y social del país, como su propia personalidad y temperamento francos, abiertos, sinceros más allá de lo recomendable o de lo políticamente correcto”.

Además de las fotos en blanco y negro que le tomó al contestatario, en su exilio parisino, que ilustran las tapas del libro, el académico Jairo Osorio Gómez, director editorial de la obra perteneciente a la serie Textos Urbanos, del ITM, Instituto Tecnológico Metropolitano, de Medellín, aportó este compendio que engancha de entrada al lector:
“Las causas de la rabia en Colombia son antiguas y vigentes todavía. Medio siglo después, la biografía del médico guerrillero Tulio Bayer recoge los orígenes de la violencia nacional con mayor franqueza que las reflexionesnebulosas de los politólogos de los últimos años”. Sostiene Osorio que “de todos aquellos que han escrito sobre Bayer, el periodista Carlos Bueno es, quizás, y con la excepción del escritor greco-caldense Eduardo García Aguilar, la persona que lo conoció mejor. Incluso, el nombre y las peripecias de aquel rebelde fueran hoy desconocidos sin la tarea fogosa que se impuso el periodista cuando joven, de revelar sus textos coléricos”.

El médico Jaime Restrepo Cuartas, ex rector de la Universidad de Antioquia, donde Bayer se formó como discípulo de Hipócrates, suma al trabajo biográfico este testimonio, de acuerdo con el cual, los problemas del galeno caldense comenzaron el mismo día de su nacimiento:
“… Desde que nació parecía predestinado, en un principio, a sucumbir en las horas siguientes al parto, pues nació enclenque, pálido, sin movimientos, con la piel transparente, casi al borde de la muerte. Tanto así que su abuelo materno, don Julio Jaramillo, por ese tiempo alcalde de Pácora, decidió bautizarlo in extremis, haciendo uso de esa particular virtud que tienen los católicos de asumir las funciones sacramentales cuando la necesidad obliga. Sirvió de madrina la mucama que cuidaba a la parturienta. El abuelo le administró agua corriente tomada del tanque de almacenamiento y sal de cocina y luego de regar el agua y esparcir la sal, lo llamó Tulio en el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, amén”.

El biógrafo relata que hubo que repetir después, en la iglesia riosuceña, con cura a bordo, el santo sacramento para enmendar los errores del primero. Señala que recién parido, Bayer se había rebelado contra la muerte, primero, y contra el bautizo del abuelo, después.

Antes de convertirse en médico y guerrillero, el joven Tulio tuvo trato y confrontación, en Manizales, con el rector
de su Colegio (el Nuestra Señora), monseñor Baltasar Álvarez Restrepo, a quien llamó “San BAR” (Sigla tomada
de las iniciales del religioso sonsoneño), a quien atacó furiosamente en su primer libro, osadía que le significó la
expulsión del plantel. Con la misma facilidad con la que lo nombró Secretario de Salud de Caldas, en tiempos de la dictadura rojista, lo sacó del gabinete el gobernador y general Gustavo Sierra Ochoa. Lo puso en nómina de
profesores el decano de medicina de la Universidad de Caldas, Ernesto Gutiérrez Arango, pero lo excluyó cuando
estalló el escándalo porque se hizo acompañar de una prostituta a una fiesta de la sociedad médica caldense, en
el Club Manizales. Entre los documentos que Bueno incluye en su obra figuran las cartas que Bayer dirigió, en su
momento, al entonces Presidente Valencia, pidiéndole que lo mandara a fusilar, y al canciller Alfonso López
Michelsen, postulándose como embajador de Colombia en Francia.

La apostilla: Bayer se tenía confianza para meterse con la Iglesia católica, apostólica y romana. Al criticar la que
solía llamar “veneración a las vísceras”, se preguntaba de manera socarrona ¿qué podría pasar si a algún Papa se le ocurriera reemplazar el culto del corazón de Jesús por el del cerebro o por el hígado del Nazareno?.

Contraplano
Una vida de película
Orlando Cadavid Correa
27 de Febrero de 2009