Palabras apócrifas

Carlos Bueno

1 octubre, 2024

Soy un  perjudicado de los avatares familiares de don Leonardo Nieto. Durante muchos años mis amigos y conocidos suponían que yo era uno de los personajes destacados de la ciudad. Una gran cartelera con fotografías se imponía a la vista al entrar al Salón Versalles de Junín. Gardel. “El Charro” José Manuel Moreno. Osvaldo Juan Zubeldia. Julio Arrastía Brica. Y, la más grande con grafía del propietario, una de Borges, Jorge Valencia Jaramillo, el propio Leonardo y yo. Cualquier día una remodelación de Versalles, por cambio momentáneo de Administración, acabo con mi fama.

Don Leonardo Nieto estuvo unido de varias formas a la visita de Borges, que hoy nos reúne en esta Librería Lerner. Jorge Valencia Jaramillo puede contar más detalles sobre esta visita y esta vinculación. Pero, inevitablemente está relacionado con la invitación a la Casa Gardeliana de Manrique. ¡Qué horror ¡ Doble error. Olvidaron las distancias del escritor con ese tipo de reuniones, sin contar que era con paisas y con alcohol. Y con tangos sentimentaloides, en lunfardo y sin épica

 

¿Dónde estarán? pregunta la elegía

De quienes ya no son, como si hubiera

Una región en que el Ayer pudiera

Ser el Hoy, el Aún y el Todavía.

 

¿Dónde estará (repito) el malevaje

Que fundó, en polvorientos callejones

De tierra o en perdidas poblaciones,
La secta del cuchillo y del coraje? …

 

El tango crea un turbio

Pasado irreal que de algún modo es cierto,
Un recuerdo imposible de haber muerto

Peleando, en una esquina del suburbio.

 


La incomodidad del poeta, de la que Jairo y yo fuimos testigos áticos, quedo patente cuando le dice a Jorge Valencia  ¡Alcaide, qué hice yo para merecer eso! Se sentía encarcelado en ese sitio.

 

En el origen de este tumulto está, obviamente, el alcalde Valencia Jaramillo. El resto fue irresponsabilidad nuestra, de Jairo, de mi. Ir a su despacho, incomodar a la querida Olga Lucia Jaramillo, pedir una cita y proponerle al exministro de Lleras Restrepo, gestor del Pacto Andino, del metro, de las grandes ferias del libro, presidente eterno de la Cámara del libro unos textos y fotos de dos desconocidos. Un tomavistas y un aplanchateclas, como nos define tan bien Oscar Domínguez. Era una desmesura. Y además, apabullados en esa inmensa oficina que embellecía un inmenso mural del maestro Pedro Nel Gómez.

Debo agradecer  a Jorge esa confianza en dos ignotos pelagatos, pero nos dio aliento hasta hoy para vivir del cuento. Valencia Jaramillo siempre fue audaz y precoz. Con el iniciamos algo que es lo común ahora. Fuimos los primeros en Colombia en emitir noticias en la frecuencia FM. Noticias UNO FM en Todelar Estéreo, cuando esas emisoras solo transmitían música para ascensores y consultorios médicos. Nos acompañaba la inolvidable María Carmenza Zuleta.

Valencia Jaramillo y sus audacias. Por esos tiempos, terco y audaz, le dio la picadura por repatriar desde Barcelona los restos de nuestro panfletario de cabecera José María Vargas Vila, contra la expresa voluntad testamentaria del sujeto. Creo que le dije que lo pensara…Pero, como dijo otro querido compañero de vida, Jorge Iván Correa, en Colombia y tal vez en el mundo conocido, solo hay dos personas con Grado 34 de la masonería: Tomas Cipriano de Mosquera, Mascachochas,y Jorge Valencia Jaramillo.

Terco. Audaz. También recuerdo una gira triunfal parecida a la que organizamos alguna vez con mi primo Oscar Golden en concierto por los pueblos de Antioquia…de pueblo en pueblo como hacían con Pepe Aguirre.. .pero con Valencia Jaramillo llenando teatros y colegios con recitales de poesía. Cientos de personas oyendo a Jorge los versos del Corazón derrotado. Esos originales perdidos alguna vez en Nueva York. El vehículo de la gira no alcanzaba a transportar los cajones de libros para la firma del autor. Puro realismo mágico!!!

Regresando al tema de esta tarde. En una versión de las de antes de la Feria del libro en el antiguo palacio de Exposiciones, Valencia Jaramillo y Jorge Iván Correa invitaron a Mario Vargas Llosa. Mi compañero Jairo que es un gran tomavistas de artistas y escritores y cuyas fotografías ha expuesto en distintas salas había acompañado al peruano en su derrotada campaña presidencial contra Fujimori. Osorio logro unas estupendas fotos. Decidimos entregárselas con una nueva edición del libro Borges, Memoria de un gesto. Vargas Llosa recorría los stands de la Feria con Belisario Betancur. Lo entregamos y Belisario cogió nuestro libro del lomo y le dijo a Mario: Yo fui librero y editor en Tercer Mundo y se reconocer una buena edición. Y abrió el libro así…y este es cosido como ya no los hacen. Es bueno!!! Algunas semanas después Vargas Llosa publicó uno de sus tantos artículos dedicados a Borges y lo ilustraron con fotos de este libro que hoy presentamos.

A quien si le fallamos fue a María Kodama. Recuerdo su breve y tierna esquela de 1979 acompañada de una foto de estudio para que la incluyéramos en lugar de la publicada en la primera edición. Vanidad de vanidades. Allí María Victoria Kodama se veía  fea. Foto y nota se extraviaron, quizás, en una tradición literaria muy colombiana que es aquella de los naufragios y pérdidas notables como El Gonzalo de Ayón de Arboleda, las casi obras completas de Jorge Isaacs y de José Presunción Silva y la poesía  -fortunosamente (¿?) casi completa- de Jorge Valencia Jaramillo, desaparecida en el aeropuerto de Nueva York. Tradición de la pobreza, diría Cobo Borda. Juan Gustavo, bondadoso y fallido presentador de alguna de nuestras ediciones. El maestro Jorge Alberto Naranjo lo suplió con lujo en aquella ocasión, recuerdo.

Sospecho, sin embargo, que la Kodama nos quería bien. Cuando en 1988 inauguró en Anchorena 1660 la Fundación Jorge Luis Borges con una exhibición infinita de las ediciones de su esposo en las dilatadas literaturas e idiomas de la tierra, nuestro libro ocupaba un visible lugar en ese laberinto de libros.

 

Temía  que por estos tiempos nos tocaría ya recurrir como presentador a Harold Alvarado Tenorio. Y ya sabes que  Matraca sacrificaría un mundo por destruir  cualquier registro fotográfico de un colombiano con Borges que no fuera él. Por ahora, no le demos la papaya de envenenarnos en público y solo pidámosle como entretención otro prólogo ficticio a lo Borges para una próxima edición. ¡Aplaca señor tu ira, tu justicia y tu rigor!

No sé si lograste recuperar para la ocasión mi único y singular registro fotográfico de la época. Aquí entre nos te confieso que tengo algo en común con Sartre y con Borges. Tenemos un ojo mirando al infinito y el otro…al culo. Por eso, casi te guillotino y por poco vos no habrías aparecido jamás como el lazarillo del viejo poeta ciego de Adrogué, fatalmente despistado y solo por una infinita pista de aeropuerto. Esa pérfida ola marina de Bocagrande. “¡Qué suerte tiene! Vino con un ciego a Cartagena de Indias y regresa con dos”, dijo el hombre, como si nada.

Y pensar que en cada nueva edición siempre tratan de decapitarte. A vos, el tomavistas que nadie registra con sus personajes como con elocuencia, dignidad y verdad reclamabas en tu bello homenaje a Manuel Mejía Vallejo. Vas a quedar como Plotino de Alejandría que se negaba a hacerse retratar alegando que él era solamente la sombra de su prototipo platónico y que ese retrato seria la sombra de una sombra. En tu caso, la sombra de una sombra de una sombra.

El azar (!!) me muestra una vieja foto en blanco y negro de 1979. Es un auditorio antiguo de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín. Es la presentación de la primera edición de este libro. Rostros conocidos, familiares. Maruja, tu mamá. Miriam, tu hermana. Teresa, mi tía, mi mamá. Valencia Jaramillo. Alejandro González – A qué hora se nos volvió tan ambicioso?- Y vos y yo ¡con unas caras de promesas! Y así nos quedamos.

Hace unas semanas me correspondió el juramento de ciudadanía canadiense. Como sabes este es un país singular y atávico, como todos. Pero, casi en la tercera década del siglo XXI, problemático y febril, es una monarquía constitucional cuyo jefe  de Estado es el pobre –por imbécil- Carlos III. Y, a Él hay que invocarlo en el susodicho juramento. Pero, al tiempo es una nación laica y vivo en una provincia, Québec, adonde si se le ocurriera venir de visita, le cortan la cabeza. Acá el día de La Monarquía, es el de los trasteos. Un Estado laico. La Constitución autoriza cualquier libro en la ceremonia para jurar la ciudadanía: Corán, Biblia, Kamasutra, Cómo ganar amigos…. Creo ser el primer canadiense que lo hizo sobre un ejemplar de Borges, memoria de un gesto. El más bello libro editado en Medellín, en palabras de mi maestro Elkin Obregón.

Va siendo hora de que vamos acortando esta parrafada, como dijo alguna vez un amigo común. No sea que nos vayamos acercando un poco a la leyenda del querido Carolo, que “viajero y gozón” proclamaba que siempre vivió del cuento de Ancón.

En nuestro caso tocara seguir el consejo final del farsante de  Grombrowicz al dejar Buenos Aires ¡Muchachos, maten a Borges!!!

Cualquier crimen antes que volvernos un hueso editorial. Y procedamos como los nadaístas que  hicieron exposiciones del libro inútil donde además de quemar ejemplares de los periódicos colombianos, colgaron de los árboles ejemplares de María La Vorágine, el catecismo de Astete, la Constitución Nacional, y libros de Alberto Lleras Camargo y de Silvio Villegas.

La Exposición Nacional del Libro Inútil. Ahí le quedo. Otra bella idea e inútil.

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