¡Oh, poderoso Saint Pauli: me vas a homicidar!

Carlos Bueno

11 abril, 2023

Mi educación sentimental está atada sin remedio e indefectiblemente a las graderías de la antigua lateral norte del estadio Atanasio Girardot de Medellín. Allí, también con mi hermano, como recordaba mi amigo Esteban Carlos Mejía, chupamos intemperie, “entre malevos que fumaban porros de marihuana tan gruesos como tabacos, tan letales como penaltis. Vimos peleas a puñaleta. Sentimos el miedo y el goce pagano de los goles y la asfixia de la derrota. Y nos volvimos hinchas de una pesadilla sin fin: el Deportivo Independiente Medellín”. Esas fueron mis consignas infantiles, de aquellos que tenemos la derrota como norte, de los que éramos hinchas del Poderoso ¡Pierda o empate!. Hoy desde este espacio comunico a mi hermano, a mis amigos del barrio La Floresta, a mis eventuales enemigos que cambié de equipo.

Ya olvide aquello de ¿cómo no ser hincha de un equipo cuya camiseta tenía el color de la sangre que me salía por la nariz cada vez que Omar Orestes Corbatta metía un gol? Y Ramaciotti. Perfecto Rodríguez. Canocho Echeverri. Caimán Sánchez. ¡Pancho Hormazábal!. El alarido del Malevo Yepes Lema ¡Oh Poderoso DIM, nos vas a homicidar! Nada de eso va conmigo hoy.

De St. Pauli al mundo, otro fútbol es posible - Círculo Central

Desde siempre he sido hincha del Sankt Pauli de Hamburgo. Equipo del barrio puto, rojo y malevo del puerto alemán. En sus calles se exhiben con desparpajo las prostitutas. En esos pasos y locales reos despegó la carrera musical de Los Beatles.Allí a principios de los años 1960, Los Beatles tocaron en muchos clubes del Reeperbahn.,  Las historias sobre el comportamiento de la banda, dentro y fuera del escenario, son legendarias; algunas de estas son ciertas (como cuando John Lennon tocó una canción en calzoncillos, mientras George Harrinson le seguía el ritmo usando una tapa de baño como collar). Famoso es lo que dijo John Lenon: “tal vez nací en Liverpool- pero maduré en Hamburgo”. En recuerdo de este momento se construyó la Beatles-Platz en el cruce entre Reeperbahn y Große Freiheit.

Los bares, oh los bares, olvidado Kid Chance, como es de bueno decir Oh, decía X-504-. Y allí de manera espontánea surgieron los ideales anarquistas y socialistas por los que se inclina mi club y la atmósfera característica de sus partidos. Nosotros, sus hinchas adoptamos el cráneo con huesos cruzados como su propio emblema no oficial. Para los ignorantes del fútbol y sus pasiones el St. Pauli es el primer equipo en Alemania en prohibir oficialmente los símbolos fascistas y las actividades nacionalistas, en una época en que el fascismo inspira el vandalismo de las barras bravas en el fútbol. Mi trapo marrón y blanco tiene una actitud abierta contra el racismo, el fascismo, el sexismo, y la homofobia e incorporó este enfoque en sus estatutos. El orgullo del club es tener el número más grande de admiradoras en todo el fútbol mundial. Nuestro equipo es conocido como los Piratas de la liga, o el Burdel de la Liga. Mi presidente es homosexual. Fuimos anfitriones de la FIFI Wild Cup 2006, un torneo para selecciones nacionales no reconocidas por la FIFA como Groenlandia, el Tíbet y Zanzíbar. Participamos con el nombre de República de St. Pauli. Tenemos hinchas en todo el mundo.

Desde esta gradería rea no extraño nada: putas, cuchilleros, marihuaneros, malevos, músicos, pintores, poetas… y mi equipo lleva casi cien años jugando en la B.

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