Historias de la Edad Media en Colombia.

Cr_Admin

12 julio, 2019

Bitácora de la infamia: 

Los prólogos denotan siempre una deficiencia. Del lector o del escritor”. Esto dice el escritor Tulio Bayer en una de las deliciosas crónicas de este libro. “Si alguien tiene algo que aclarar con el autor, único responsable de las aseveraciones contenidas en él, búsquelo en esta dirección”. Y a continuación escribe la de su apartamento en París, donde murió en 1982 después de una larga vida dedicada a las aventuras políticas más descabelladas, la literatura y la medicina.
Así que este libro debería salir sin prólogo. Que me perdonen, pues, los lectores estas palabras:
Muy pocos periodistas de hoy se preguntan por la época en que apareció el periodismo en Colombia y se publicaron los primeros periódicos. Un grupo más reducido se preocupa por saber quiénes fueron los pioneros de este oficio, aquellos que crearon una forma de contar la historia de cada día, un modo de debatir públicamente las ideas, en suma, los que contribuyeron a edificar nuestra idea de nación en medio de las guerras civiles y las luchas contra las viejas instituciones heredadas de la época colonial. Todavía más pocos se han dedicado a estudiar las leyes que han regulado el ejercicio del periodismo y que tienen que ver no solo con los periodistas, sino con las más importantes libertades públicas de los ciudadanos de un país, como son las libertades de expresión y de información.
Este libro es un repaso de algunos momentos trascendentales de esa historia y de la vida de algunas de sus figuras más destacadas.
Carlos Bueno Osorio, su autor, es periodista egresado de la Universidad de Antioquia y a lo largo de su vida ha trabajado en la revista Alternativa, el Circuito Todelar, periódico El País, de Cali; en el Noticiero de la Noche, del Canal 1 de la televisión nacional; en el Informativo de Antioquia, de Teleantioquia, y en la Dirección de Televisión de la Gobernación de Antioquia. Ha sido colaborador de los periódicos El Tiempo, El Espectador, El Mundo y de la revista CIERTO. Por su labor como reportero, editor y director en esos medios de comunicación ha sido merecedor de los premios nacionales de periodismo Simón Bolívar y Antonio Nariño. Ha publicado El Festival de Ancón: un quiebre histórico. Tulio Bayer, solo contra todos. También, a cuatro manos con Jairo Osorio Gómez, Borges, memoria de un gesto.
Desde que era un lector apasionado de la obra de nuestros más grandes periodistas en las aulas universitarias y en los archivos de la Biblioteca de la Universidad de Antioquia, Carlos Bueno jamás abandonó la tarea de averiguar por las raíces de nuestro oficio y estudiar el papel que cumplió el periodismo en la formación de las primeras elites culturales que lucharon por la independencia en Colombia. El resultado de ese trabajo son sus ensayos sobre el bibliotecario cubano Manuel del Socorro Rodríguez, el fundador del que es considerado el primer periódico colombiano, un personaje gris que el autor define como alguien “inocuo y prescindible”. A su figura, él antepone la de Antonio Nariño, el intelectual criollo formado en las ideas y la literatura de la revolución francesa, a quien considera el verdadero padre del periodismo colombiano. El ensayo cuenta la historia de su famosa Imprenta Patriótica; su participación en la conformación de nuestra idea de nación; su papel como defensor de la prensa libre, y su relación con los impresores y periodistas del periodo de la Independencia.
Los ensayos más lúcidos del libro están dedicados a rescatar la vida y la obra de tres grandes periodistas del siglo XIX del periodo republicano. El primero está dedicado al escritor Jorge Isaacs y narra los avatares de su agitada vida, desde la época en que empuña la pluma para escribir “María” en medio de las selvas del Pacífico, donde trabaja en la construcción del Ferrocarril del Dagua, hasta la época en que llega a Antioquia, empuñando el fusil, como jefe de una rebelión liberal, y luego pasa sus últimos años dedicado a expediciones mineras y etnográficas en la costa Caribe. El segundo hace un recuento de la vida de Juan de Dios “El Indio” Uribe, uno de los más grandes escritores de Antioquia de fines del siglo XIX: su nacimiento en Andes, en el Suroeste de Antioquia, su defensa indeclinable de las libertades públicas consagradas en la Constitución de Rionegro, su periodismo combativo y panfletario, y su destierro final por orden del corrupto gobierno de la Regeneración. El tercero es una figura menos conocida en el periodismo colombiano: Camilo Antonio “El Tuerto” Echeverri, un escritor contradictorio, punzante y mordaz que usó como pocos la ironía para dibujar sin el más mínimo pudor las lacras y los vicios de una sociedad pacata y tradicional.
La mirada a estos grandes hombres del siglo XIX demuestra la justeza de las causas que defendieron a lo largo de sus vidas: la libertad de pensamiento, la libertad de imprenta, la educación laica, la libertad de cultos, la separación de la Iglesia y el Estado, el derecho al voto libre y universal.
Dos periodistas más, esta vez del siglo XX, ocupan la atención del autor. Ellos son dos figuras disímiles: Miguel Ángel Osorio, más recordado por el nombre con que firmaba sus poemas –“Porfirio Barba Jacob”- y Hernando Téllez. Acerca del primero, Carlos Bueno escribe una divertida crónica de su vida de periodista polémico, amarillista e indeseable, de sus andanadas de iluminación y de sus desafueros en Centroamérica y México. Del segundo rescata su combate inconcluso y sin tregua contra el provincialismo colombiano, el mal gusto, la cursilería y la ridiculez.
Otros ensayos del libro están dedicados al escritor rebelde Tulio Bayer, al nadaísmo, al concierto de Ancón y al desusado oficio de leer y escribir en estos tiempos de penuria. También a un tema inevitable en un periodista como Carlos Bueno, heredero de la mejor tradición panfletaria del periodismo radical del siglo XIX: la existencia de Dios. La sombra de su presencia en la cultura, en las leyes y en las instituciones.
El libro acaba de leerse como una diatriba contra el periodismo contemporáneo, suscrita esta vez por las palabras de los escritores G. K. Chesterton y Jorge Luis Borges: “Antes había buenas nuevas en los evangelios; ahora tenemos medios de no comunicar absolutamente nada. Y como todos los días se divulgan esos medios, la gente cree que cada 24 horas ha ocurrido algo muy importante. Seguramente ha ocurrido algo muy importante y es posible que ocurra en cada momento, pero que eso se sepa y se publique, ya es demasiado ingenuo. En la Edad Media había pocos libros, pero esos pocos eran releídos; carecían de esa maldición que es la imprenta. Si un libro perduraba, era porque valía la pena de ser copiado. Ahora todo se imprime inmediatamente y no podemos saber nada sobre su valor”.
Ojalá este libro sobre la Edad Media en Colombia y sus periodistas perdure y merezca ser copiado y releído a pesar de la maldición de la imprenta.
Por Juan José Hoyos

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“Detesto la idea de las causas, y si tuviera que elegir entre traicionar a mi país y traicionar a mi amigo, espero tener el valor de traicionar a mi país”.

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