Estoy pronto a admitir en principio que la prostitución puede ser un arte como el masaje o el peinado, pero me cuesta ya sentirme a gusto en manos del barbero o los masajistas.

Carlos Bueno

16 diciembre, 2023

Memorias de Adriano (Narrativas Históricas) : Marguerite Yourcenar, Clara Janés, Julio Cortázar: Amazon.es: Libros

En el caso de la mayoría de los seres, los contactos más ligeros y superficiales bastan para contentar nuestro deseo y aun para hartarlo. Si insisten, multiplicándose en torno de una criatura única hasta envolverla por entero; si cada parcela de un cuerpo se llena de nosotros de tantas significaciones trastornadoras como los rasgos de un rostro; si un solo ser, en vez de inspirarnos irritación, placer o hastío, nos hostiga como una música y nos atormenta como un problema; si pasa de la periferia de nuestro universo a su centro, llegando a ser mas indispensable que nuestro propio ser, entonces tiene lugar el asombroso prodigio en el que veo, más que un simple juego de la carne, una invasión de la carne por el espíritu.

 

Estos criterios sobre el amor podrían inducir a una carrera de seductor. Si no la seguí, se debe sin duda a que preferí hacer, sí no algo mejor, por lo menos otra cosa. A falta de genio, esa carrera exige atenciones y estratagemas para las cuales no me sentía destinado. Me  fatigaban esas trampas armadas, siempre las mismas, esa rutina reducida a perpetuos acercamientos y limitada por la conquista misma. La técnica del gran seductor exige, en el paso de un objeto amado a otro, cierta facilidad y cierta indiferencia que no poseo; de todas maneras, ellos me abandonaron más de lo que yo los abandone; jamás he podido comprender que pueda saciarse uno de un ser.

 

Memorias de Adriano” o la estrategia para la paz | EL ESPECTADOR

El deseo de detallar exactamente las riquezas que nos aporta cada nuevo amor, de verlo cambiar, envejecer quizá, no se concilia con la multiplicidad de las conquistas. Creí antaño que cierto gusto por la belleza me serviría de virtud, inmunizándome contra las solicitaciones demasiado groseras. Pero me engañaba. El catador de belleza termina por encontrarla en todas partes, filón de oro en las venas mas innobles, y goza, al tener en sus manos esas obras maestras fragmentarias, manchadas o rotas, un placer de entendido que colecciona a solas una alfarería que otros creen vulgar. Para un hombre refinado, la eminencia en los negocios humanos significa un obstáculo más grave, pues el poder casi absoluto entraña riesgos de adulación o de mentira. La idea de que un ser se altera y cambia en mi presencia, por poco que sea, puede llevarme a compadecerlo, despreciarlo u odiarlo. He sufrido esos inconvenientes de mi fortuna tal como un pobre sufre los de su miseria. Un paso más, y hubiera aceptado la ficción consistente en pretender que se seduce, cuando en realidad se domeña. Pero allí empieza el riesgo del asco, o quizá de la tontería.

 

Acabaríamos prefiriendo las simples verdades del libertinaje a las tan sabidas estratagemas de la seducción, si en aquellas no reinara también la mentira. Estoy pronto a admitir en principio que la prostitución puede ser un arte como el masaje o el peinado, pero me cuesta ya sentirme a gusto en manos del barbero o los masajistas. Nada puede ser más grosero de nuestros cómplices.

Memorias de Adriano

Marguerite Yourcenar

Memorias de una escritora, Marguerite Yourcenar (1903-1987)

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