Una montonera liberal, más de arroz que de socialismo.

Carlos Bueno

25 febrero, 2024

 

Tulio Bayer VIII

Una noche contempló seriamente la posibilidad de fundar el país de El Edén, primer territorio paradisíaco de América, incitado por sus amigos del pueblo, quienes una noche de fiesta lo propusieron como Rey. Al principio, el Loco respondió que tal proposición le molestaba, pero después, con el apoyo de cuatro de sus más queridos soldados, tomó en serio el asunto bajo la condición de que no lo llamaran Rey, sino Jefe Supremo de la República independiente de El Edén.

Este hecho desbordó la copa de Epaminondas quien en el café de la esquina de la plaza central dijo a sus amigos que había que acabar con Petronio Rincón. Pero era tal el entusiasmo de los pueblerinos que dos días después todas las calles y rincones estaban adornados con flores, serpentinas y arreglos de fantasía y las mujeres ofrecían jarabe con hielo y ron a los hombres emocionados que corrían por las calles gritando vivas al nuevo líder.(Eduardo García Aguilar. El bulevar de los héroes. México: Plaza y Janés, 1987, pág.7)

 

 

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Continuemos con Bayer en el Vichada y su guerra con las tropas del ejército. Este relata como una ráfaga de ametralladora madsen que portaba Marín, fue la que alcanzó al infortunado doctor Pabón Martínez y la que frustró una entrevista que había concertado con el coronel enemigo Álvaro Valencia Tovar. Valencia le escribió  hablándole de que había leído  su novela Carretera al mar y le planteó una entrevista que halló conveniente para proponerle la incorporación de los bandos combatientes a la legislación internacional sobre la guerra. Hablar del intercambio de prisioneros y de la atención de los heridos por parte de la Cruz Roja Internacional. A Bayer le parecía necesario decir alguna vez en Colombia que estamos en guerra y no continuar con la farsa del fenómeno sociológico de la violencia.

Para Bayer los acontecimientos que siguieron están relacionados con hipótesis sobre el acto de sabotaje que constituyó el ataque, no solamente innecesario sino contraproducente, a la camioneta que piloteaba el capitán Paéz Angarita: una es la correspondencia entre uno de los Marín y un socio suyo de Puerto Nariño en que se disculpaba de no pagar determinados contados que le correspondían en una maquinaria para trillar el arroz y en la que hablaba de un bombardeo aéreo que había alcanzado esa maquinaria, lo cual era falso y el hecho de que Barney estuviera informado de sus intenciones de poner preso a Valencia Tovar en caso de no llegar a un acuerdo. Pero no hablemos de batallas perdidas. Hablemos de que, en efecto, y como se lo dije en charla cordial al propio coronel Valencia Tovar, cuando estaba detenido en la base aérea de Apiay en calidad de prisionero suyo, yo pensaba capturarlo para tramitar con la oligarquía el precio de su persona. Pensaba pedir que nos lo cambiaran por un Echavarría, por un Lara, por un Ospina Pérez, por un Vélez Escobar.

Para Tulio era el momento de mostrarle al ejército de Colombia, cuyas vidas habían respetado, en qué opinión lo tienen sus amos. Bayer estaba seguro de que su inteligente y abnegado Coronel, que en realidad es el más inteligente y culto de que dispone el ejército, valía mucho menos que un político de la tenaza liberal-conservadora, infinitamente menos que un hampón de la Cadena de Almacenes LEY, muchísimas veces menos que un latifundista millonario. Pensaba entonces, que no es amedrentando las vanguardias que vengan a perseguir a los guerrilleros como se ganará, exclusivamente, la guerra. Esta es una apreciación simplista que se hizo a partir del modelo del ejército cubano que defendía al dictador Batista y que con muy raras excepciones, no era otra cosa que una asociación de cobardes y de mercenarios. El ejército colombiano tiene una tradición de lucha y una moral, así esta moral esté a su juicio, equivocada. Y merece que se le den ejemplos elocuentes sobre la moral burguesa en nombre de la cual los mandan a la muerte en Corea o en estos campos:

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“Flavio Barney, que aparece en el citado estudio de Valencia Tovar como abanderado de la lucha violenta contra el ejército, enfrentado a mi línea pacifista, no es naturalmente otra cosa que un personaje creado por Valencia Tovar para presentar las cosas a su manera. Barney fue contratado por Valencia Tovar para hacer sabotaje dentro de la guerrilla. El que pudo habernos advertido a tiempo de la entrevista de Barney y Valencia, el compañero del MOEC, Laurentino Rincón, fue asesinado por Barney cuando regresaba de la entrevista, al frente de una patrulla de reconocimiento que por evidente descuido de mi parte estaba escogida por el propio Barney entre el personal de hampones que liberamos en la cárcel de Puerto López.

“Los asaltos que de su cuenta y riesgo hizo Barney al frente de esta patrulla y entre los cuales estuvo el asalto a un camión cargado con la subsiguiente borrachera, el robo de mercancías y la violación de indígenas, tal fue la línea combativa a la cual se opuso con violencia; línea combativa que no era otra cosa que el cumplimiento por parte de Barney de las consignas que le dio Valencia Tovar para poder hacer contrastar las bondades de su campaña cívico-militar con las atrocidades de los guerrilleros. Pero el espía y el agente de Valencia Tovar dentro de la guerrilla, no hizo sino protocolizar por así decirlo, una desintegración que se estaba haciendo por sí misma, ya que la organización tenía mucho de montonera liberal, más de arroz que de socialismo.

“Para mí es evidente que una montonera liberal puede desintegrarse con chismes y aguardiente, como lo dijo un notable estratega del ejército hace unos años. No estoy arrepentido, el fracaso de la guerrilla del Vichada no es sino un episodio sin suerte de la revolución colombiana. Después, durante los cuarenta días y cuarenta noches de la cruel incomunicación a la que mi mujer y yo fuimos sometidos; desde el momento en que, enfermo y delatado, el Capitán Acosta Polanco logró rodearme con sus tropas y capturarme, durante la conversación con este oficial que pagó cara la generosidad de no asesinarme; en la interminable pesadilla de la detención en Apiay; durante toda mi permanencia en la cárcel, mis convicciones no han hecho sino acendrarse”.

 

 

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