Un radical romàntico.

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22 julio, 2019

Radical y romántico
· Un periódico para ser presidente del Estado de Antioquia
· En 1868, Isaacs redacta con Sergio Arboleda La república
· Su periódico La Nueva Era, era editado en Medellín.
· Conocidos periodistas como Camilo Antonio Echeverri, El Tuerto, y Fidel Cano lo hostigaron.
· Fidel Cano le dedicó anónimos durante la jefatura militar, y publicó un periódico clandestino llamado El Látigo.
. ! sí para la salvación de esa causa se hace necesario un Atila, héle aquí: ese Atila se tendrá!
. Cuando grandes cantidades de tinta se empleaban en la defensa de las causas.
En 1880, la capital del Estado Soberano de Antioquia, Medellín, no pasaba de los 30 mil habitantes: “Funcionaban tres bancos: el de Antioquia, el de Restrepo y el de Botero Arango, cuatro malos hoteles atendían a los pocos parroquianos que visitaban esta tierra. Sus diversas actividades de entonces se limitaban a siete carpinterías, cinco sastrerías, seis boticas, cuatro peluquerías, seis cantinas, dos fotografías, tres imprentas, dos casas de baños públicos, siete zapaterías y una litografía. Existían 52 casas de dos pisos y una de tres pisos, catorce consultorios médicos, tres fábricas de mala cerveza, una casa de locos, cuatro herrerías y un hospital de caridad”, según la prolija y exhaustiva enumeración de Lisandro Ochoa en Cosas viejas de la Villa de la Candelaria. A este desierto llegó Isaacs a lanzar sus consignas anticlericales y de liberación social desde su periódico La Nueva Era. Radical y romántico.
Miguel Antonio Caro, el más integral escolástico de la historia nacional, que años atrás había corregido las pruebas tipográficas de la primera edición de María y lo protegió en sus primeros años en Bogotá, soltaría esta diatriba: ” Isaacs, hombre de naturaleza vigorosa y activa, ha sido comerciante, periodista conservador por los años 1868-69, representante de la misma calificación política, radical y Cónsul en Chile poco después, desgraciado empresario agrícola a sui regreso al Cauca, militar, personaje revolucionario en Antioquia en 1879, explorador científico en el Magdalena… revolucionario luego y ahora contratista del mismo gobierno para explotar las carboneras de la Guajira. Malo es salir un hombre de su esfera, porque se expone a no hallar reposo, ni llegar a ninguna parte. No censuraríamos a Isaacs sus mudanzas políticas, si no se hubiese empeñado al mismo tiempo, en hacer gala de incredulidad y de odio al clero… y esto es lo que no han perdonado las musas, porque poeta materialista es una antinomia, un imposible”.
Cierto. Luchó bravamente contra la desadaptación y esta fue el principio de todos sus fracasos. Procedía sobre bases ilusorias, sobrado de confianza en sus propias fuerzas y en su capacidad de sacrificio, nunca contó con los factores objetivos que destruían inexorablemente sus proyectos. Como afirmó Cornelio Hispano:”tuvo el sentimiento trágico y estético de la vida. La vio como un espectáculo emocionante y la sufrió como un drama”.
Buscador insaciable de riqueza, peregrino impenitente por todo el país explorando minerales, Isaacs descubriría petróleo y carbón. En 1857 había hallado yacimientos de hulla y otros metales en Urabá. En 1867, cuando ya gozaba de reconocimiento como poeta y literato por haberle publicado un libro de poemas los miembros de El Mosaico y haber divulgado María, aparece como redactor del semanario conservador La República, en Bogotá, para sostener la candidatura presidencial dePedro Justo Berrío. Aquí publicó regularmente los editoriales y varios artículos de tema principalmente político, pero también de tema social y económico. Su filiación política no le impidió pertenecer a la masonería. Su fama literaria y su desempeño en la redacción de La República le abrieron el camino de la política, a la que estuvo vinculado activamente hasta 1881. Al tiempo continúa con sus colaboraciones en varios periódicos literarios.
Hace suya la convicción de que sin instrucción no hay desarrollo. A partir de noviembre de 1874 ocupa varios cargos oficiales en la Instrucción Pública del Cauca: delegado especial e inspector en los municipios de Palmira y de Cali. César Contó lo nombra superintendente de Instrucción Pública, cargo que reasume una vez terminada la guerra civil de 1876 y que deja a los pocos meses al ser nombrado secretario de Gobierno. Años más tarde, entre enero de 1883 y mayo de 1884, asume el cargo de director de Instrucción Pública del Estado del Tolima.
La polémica acerca de la educación y la cuestión religiosa entre el radicalismo caucano, representado principalmente por César Conto y Jorge Isaacs, con las autoridades eclesiásticas y con los conservadores, se desarrolla sobre todo durante el año de 1876 entre las Sociedades Democráticas y las Sociedades Católicas del Cauca, tiene como tribunas los periódicos El Escolar de Popayán, La Escuela de Neiva y El Programa Liberal, por una parte, y los periódicos conservadores del país, entre los cuales ocupaba el primer lugar Los Principios de Cali. A pesar de las dificultades que tuvo que enfrentar para su realización, el programa educativo impulsado en el Cauca por César Conto y Jorge Isaacs fue en su momento el más ambicioso y progresista del país.
En 1879 llega nuevamente a Antioquia, donde su amigo Tomás Rengifo ocupa la presidencia del Estado. En junio de 1879 asumió la dirección del periódico radical La Nueva Era, donde publicó inflamados editoriales y violentas diatribas contra los nuñistas y los conservadores. Rengifo abandona el cargo a fines de 1879, en medio de una situación confusa. El 25 de enero de 1880, el vicepresidente Pedro Restrepo Uribe se declara presidente en ausencia de Rengifo. Tres días más tarde, un golpe militar depone a Restrepo, y el 29 de enero el general Ricardo Gaitán Obeso asume la presidencia. Al día siguiente, en la vecina población de Rionegro, Jorge Isaacs anuncia que él es el verdadero presidente del Estado de Antioquia y avanza sobre Medellín con un ejército que lo respalda. Durante un mes, el novelista se mantuvo en el poder en una situación que ha sido juzgada de rebelde, ya que en propiedad Restrepo era el legítimo sucesor de Rengifo. Isaacs ordena la captura de este último, mientras busca legalizar la situación ante el gobierno central, pero Rafael Núñez no lo apoya en su aventura. El 9 de marzo, Isaacs hubo de claudicar y reconocer a Restrepo Uribe como presidente. Ese mismo año regresa a Bogotá a ocupar su curul en el Congreso, pero esta colectividad lo expulsa por haber empuñado las armas contra el gobierno constitucional. Isaacs toma de nuevo la pluma para defender su causa en el libro La revolución radical en Antioquia, aparecido en Bogotá en 1880 y que reúne todos sus artículos de La Nueva Era.
Radical y romántico. Así cuando se proclamó Jefe Civil y Militar del Estado Soberano de Antioquia en enero de 1880, ante una veintena de desprovistos guerreros que era todo su ejército, no tuvo dificultad en arengar: “Si los traidores a la causa liberal cometieran la insensatez de provocarnos a lucha en el Estado de Antioquia, terrible escarmiento tendrían, i sí para la salvación de esa causa se hace necesario un Atila, héle aquí: ese Atila se tendrá”. Cuarenta y dos días después disuelve sus escasas tropas para evitar que los liberales se maten entre sí.
Así era él. Romántico. Radical y romántico. Perdedor y romántico. La cuartelada de Isaacs, la bautizó en su momento Tomás Carrasquilla en una obra menor ambientada en ese instante histórico y agregaba “en una lucha que no estaba restringida a las amenidades de la milicia armada, pues grandes cantidades de tinta se empleaban en la defensa de las causas”.
Varios años después cuando se preparaba para dar el golpe de mano en el Estado Soberano de Antioquia, escribió en un editorial de su periódico La Nueva Era, editado en Medellín que “No intente el conservatismo, que no insista en recuperar aquí su dominación anacrónica y absurda, que no pretenda hacer de Dios un aliado para la satisfacción de ridículos orgullos y viles avaricias, porque si tal hiciera, si tal locura lo cegara otra vez, las espadas liberales, sí, esas espadas, léase bien, serán azotes implacables sobre los contumaces rebeldes, y nada, nada bajo el sol podría detener la justa cólera de los siervos de ayer, víctimas del feudalismo ultramontano hasta ayer, y libres y victoriosos hoy”.

Pero, no todo marchó bien para Isaacs en Antioquia. Conocidos panfletistas y periodistas como Camilo Antonio Echeverri, El Tuerto, y Fidel Cano lo hostigaron. Echeverri escribió:” A mí nadie me ha tratado mal, es decir, grosera y bajamente, sino Jorge Isaacs. Elevado por una chusma al rango de jefe de esa zambra hebreo-morisco-beduina a la que él mismo dio el pomposo nombre de Revolución radical en Antioquia”. Fidel Cano le dedicó muchos artículos y anónimos y durante la jefatura militar, publicó un periódico clandestino llamado El Látigo, del cual se resintió fuertemente Isaacs.
Éste replicaría: “se nos llama extraños, huéspedes intrusos en el propio suelo de Colombia; hay hombres que nos quisieran expulsar de él, como si nuestra existencia dañara sus sembrados, como sí en nuestra pobre existencia necesitáramos de su oro, como sí el pan de sus mesas hubiéramos probado, como sí nuestra voz pudiese levantar en marejadas rabiosas sobre ellos a los hijos de la miseria y del dolor. Se nos llama huésped desagradecido. En el Estado del Cauca habitan más de 40 mil hijos de Antioquia y los protege el partido liberal del Cauca. Allá no es tacha ni delito ser nacido en Antioquia”.
Pero, ¿a qué tierra vino el novelista a soltar su verbo radical? Sanín Cano recordaba que “la prensa de la capital no era conocida sino de una o dos personas suscritas a El Diario de Cundinamarca. Ejemplares de libros publicados en Bogotá solían llegar a personas favorecidas por el destino. Recuerdo que María de Isaacs, en un solo ejemplar, pasaba de casa en casa, bañado en lágrimas del vecindario”.
Isaacs había regresado a Medellín en 1879, luego de hacer estremecer el Congreso con sus discursos contra la anunciada Regeneración de Nuñez y Caro. Asistió al lanzamiento del lema que marcó ese tramo de la historia nacional Regeneración administrativa fundamental o catástrofe. Y con su verbo contribuyó a que el general Julián Trujillo clausurara el Congreso. Llega a dirigir La Nueva Era. Órgano del lánguido radicalismo antioqueño en el poder con el general Rengifo. En la disputa con Fidel Cano, escribió que desde esa tribuna luchará por la República hasta que el liberalismo lo releve: “descenderemos de ella con honor, vivos o muertos” En sus memorias Mariano Ospina Rodríguez señala el poco ascendiente que tenía Isaacs sobre la población No sabían ni pronunciar su apellido.

Emiro Kastos, quien al final de su vida daría techo y alimentación al novelista y su familia para que no muriera de hambre en Ibagué, pintó el panorama espiritual de la ciudad en ese momento: “Las mujeres como siempre encerradas en sus casas, vegetando sin sociedad y sin placeres, los hombres reuniéndose en las mismas partes, conversando de las mismas cosas, los jóvenes buscando en los vicios las emociones que les niega la monotonía social… y los viejos corriendo tras los pesos y economizando como si la vida durara mil años… así, es muy difícil conservar imaginación y entusiasmo, casi imposible tener talento… la vida en Medellín no merece la pena de ser vivida… las gentes no se sienten ligadas por ningún lazo de afecto y simpatía. Todo lo enfría el egoísmo y una codicia desenfrenada hace que la sociedad sea allí un estado de guerra permanente… no puede concebirse que haya tantos hombres juntos llevando una vida tan estúpida”. No parece que hayamos progresado mucho desde esos tiempos heroicos.
Se toma a Rionegro, arriba victorioso a Medellín en los primeros días de febrero de 1880. Ha derrocado a Pedro Restrepo Uribe, a quien sindica de traidor al radicalismo y de nuñista. Curiosamente, cuando Isaacs alterna tiempo después en el palacio presidencial con la esposa de Nuñez, Doña Soledad Román, Restrepo Uribe está peleando contra el gobierno de la Regeneración. El ejército de la Unión envía refuerzos para restaurar el gobierno legítimo y nuestro poeta entrega las armas para que no se produzcan enfrentamientos entre copartidarios.
El jefe conservador Carlos Martínez Silva resumió la aventura: “a pesar de todo, nosotros creemos que el señor Isaacs no combatirá. La posición suya, convertido de la noche a la mañana de poeta y novelista en general, es desesperada… comprendiendo su impotencia para luchar con probabilidades de éxito, celebrará una capitulación honrosa, en la cual sacarán libres los revolucionarios sus espadas y sus equipajes. Y este será el resultado menos malo de esa torpe y criminal revolución, pues se ahorrarían así muchas vidas humanas y no tendremos que deplorar la muerte de Isaacs, que ha ofrecido dejar su cadáver en el campo de batalla. Sería una lástima que el poeta-general fuera quedar tendido, atravesado por una bala cuyo cartucho estaría quizá hecho con una de las páginas de María. Esta sería una muerte romántica pero… estaría mejor que fuera Efraín el muerto y no Isaacs, para que éste nos hiciera después llorar en otra novela, el trágico fin del amante de María”.
Vuelve a Bogotá para que el congreso en pleno, con el voto de los radicales, sus amigos, lo despojara de su investidura parlamentaria. Nunca regresaría a la política. Anota Mario Carvajal: “Estaba destinado a trabajar para los siglos y la mano de hierro de la necesidad lo puso a trabajar para el día que pasa”. Y cuando quieren descalificarlo le gritan ¡Judío! ¡Novelista! Dirá: ”Siempre ese libro en boca de quienes quieren dañarme ¿Qué es eso? Si fue un delito escribirlo, ¿así cómo ellos lo quieren, debo purgarlo?. Y uno de los rasgos de su personalidad era la ausencia de odios personales. “Noto que usted no conserva remordimientos”. – Para qué nos hemos de odiar los hombres. La vida es tan corta”, respondió.

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