Rodrigo Maya César Rincón Carlos Bueno
No había comenzado la temporada de despedida -2008- y ya sentíamos la nostalgia. César Rincón abandonaba ese arte efímero del toreo. Ese arte, que como decía Hemingway, desaparece cuando desaparece el ejecutante. Un arte que no existe más que en la memoria de los que lo han visto y muere con ellos.
Tantas tardes de arena y sol que en poco tiempo son parte del olvido y de la memoria. No importa. Todo queda, todo vuelve. Sólo una cosa no existe: el olvido. Decía el viejo poeta de Buenos Aires.
Hace cien años Juan Belmonte inventaba el toreo moderno. Su técnica. Esa manera de hoy de bregar día tras día con toros realmente enormes, poderosos, rápidos. Belmonte que inventó esa técnica fue un genio que vulneró las reglas del toreo y toreó como hasta entonces parecía imposible. Cuando él lo hizo, todos los toreros tuvieron que seguirle, ya que no es posible volver hacia atrás tratándose de sensaciones nuevas.
Recuerda Hemingway que Belmonte era débil y enfermizo y que su gran rival, Joselito era fuerte, tenía cuerpo de atleta, gracia de gitano y un conocimiento de los toros, tanto intuitivo como adquirido como no lo tenía nadie hasta entonces. Para Joselito era fácil cualquier cosa en materia de toreo, pero tuvo que aprender la manera de lidiar de Belmonte. Belmonte toreaba así por su talla insuficiente, por su falta de fuerzas. No aceptaba ninguna de las reglas admitidas sin haber probado antes si se podía violar. Era un genio y un gran artista. Era un revolucionario.
Ese estilo decadente, imposible, casi depravado de Belmonte hecho raíces y se desarrolló en el genio intuitivo y vigoroso de Joselito y en la época de esa rivalidad hace cien años los toros conocieron una edad de oro. La competencia acabó cuando Joselito murió en la plaza el 16 de mayo de 1920. Y Belmonte se retiró. La fiesta siguió con animales disminuidos y con toreros malos, con toreros bastos y groseros que no habían comprendido el nuevo método, que no tenían el conocimiento del toro, la facultad y el genio de Joselito o la belleza enfermiza y misteriosa de Belmonte. De estos dos monstruos del toreo, es heredero y brillante heredero, Rincón. En fin, ! queremos tanto a César !.