Infeliz e indocumentado por un montaje.

Carlos Bueno

27 febrero, 2024

 

Tulio Bayer X

Desde niño, Petronio Rincón había soñado con ese momento y durante minutos olvidó que estaba alzado en armas, olvidó que hacía tiempo que había abandonado  la ciudad, la corbata ancha, el vestido cruzado y se había cambiado a los pantalones caqui y a las botas militares para emprender una aventura que sus amigos sabían fracasada de antemano. Siempre estuvo contra la corriente y prefirió leer hasta la madrugada en un desorden enfermizo libros de historia en donde imaginaba a los soldados de plomo en el combate. Caminaba por las calles solo y se encerraba en la Biblioteca municipal a leer libros de batallas y de viajes y enciclopedias en fascículos sobre guerras mundiales. Por eso siguió siendo el Loco Rincón, un soñador en tierras de donde estaba desterrado, un soñador, un utópico en tierras dominadas por la catedral y por el traumático recuerdo del incendio y de los tiempos violentos, un luso en época de plañideras y de combatientes derrotados.

(Eduardo García Aguilar. El bulevar de los héroes. México: Plaza y Janés, 1987, pág.7)

 

 

Infeliz e indocumentado

Al mes y medio de haber salido de la cárcel viajó a Caracas. Siguió adelantando los largos trámites de la convalidación de su título de médico. Su mujer vendía perfumes y cosméticos para sostenerse mientras Tulio estudiaba para los exámenes, que aprobó. Un día consiguió un puesto de médico rural en la isla Los Roques. Ya le había explicado a su jefe que tenía algunos antecedentes políticos en Colombia y él no se inmutó por la verídica y breve explicación que se sintió obligado a  darle. Pero el hampa oligárquica es internacional. Cuando se presentó al ministerio pudo darse cuenta de que las secretarias lo miraban con una curiosidad especial. El Jefe lo recibió, pero se puso un poco en guardia. Y le indicó, como colega, que debía huir, si no, sería capturado por la Dirección Nacional de Policía de Venezuela. Y le tendió un ejemplar de la revista Selecciones del Readers Digest del mes de marzo de 1963.

        Image de la page du livre

“Nunca leo Selecciones. La leía hace muchos años, a mis seis años de edad mental. Entonces me parecía amena, como les parece ahora a las secretarias de los Ministerios. Con los años me di cuenta de que Selecciones siempre dice lo mismo. Está hecha sobre moldes invariables, monótonos, prefabricados. Las historietas siempre tienen final feliz: el humorismo es de clisé, no es otra cosa que una adaptación insípida de los chistes cazados en todo el mundo. Son pues ideas y frases de segunda mano, manoseadas, ajadas, mugrosas. Nadie se ha defendido de un tigre por leer a Selecciones ni ha triunfado porque la lee ni ha ganado nada. Y es porque está hecha para agradar a un público estandarizado, que se estandariza aún más leyendo esa revista estandarizada. Lo que dice es pues, pura basura, maleza. Son detritus de otras revistas para un público mediocre. Es porque se trata de una empresa comercial formidable, destinada a la venta de mercancías. Esta es la razón de su mediocridad literaria y de su pujanza económica.

Image de la page du livre

“En marzo de 1963, en un artículo titulado “Cómo el Kremlin se apoderó de Cuba”, dice que Tulio Bayer, comunista internacional, viajó a Cuba con pasaporte falso; que Fidel Castro le prestó dinero con el cual compró armas en Curazao, con ellas entró en Venezuela y las pasó a Colombia y con ellas hizo la guerrilla del Vichada. Y resulta que Tulio Bayer soy yo, sin lugar a dudas.

“No fui comunista, ni nacional ni internacional. Nunca usé documentos falsos. Jamás había estado en Cuba hasta esos momentos. No tenía el honor de conocer personalmente a Fidel Castro. Nunca he estado en Curazao. Participé ciertamente en la guerrilla del Vichada, región que como puede comprobarse queda bastante alejada de Curazao. Y sería una imbecilidad entrar primero las armas a Venezuela y luego a Colombia. Pero es que ni siquiera para la calumnia y la difamación tienen talento en Selecciones. Por eso después de inventar torpemente un disparatado transporte de armas de Curazao al Vichada, pasando por Venezuela, salen con la historia de que las armas fueron compradas a los holandeses. Y en el Vichada se utilizaron únicamente las armas que le quitamos al ejército, esto es, de procedencia norteamericana y belga. Posteriormente tuvimos carabinas Kirally, llamadas San Cristóbal, que en su desenfrenada carrera nos dejaron los policías de Puerto López y que son de procedencia dominicana, de una fabriquita que montó allí el Benefactor y Padre de la Patria Doctor y General Trujillo y que nuestro gobierno compró, sin duda para favorecer al Benefactor. El colega venezolano que me aconsejó huir, no exageraba. Con el artículo la policía se puso detrás de mis talones. A mí consternada esposa, en vez de la buena nueva de que ya tendríamos pan y techo, tuve que pedirle el reloj para empeñarlo por 50 bolívares y salir esa misma tarde de Caracas para Maracaibo y alcanzar la frontera colombiana. No llevé disfraz. Ni podía exhibir papel alguno de identificación, aunque logré eludir 17 veces la presentación de papeles de identificación. En la primera parte del viaje me hice amigo de tres agentes de la Policía y de un soldado que iban bebiendo cerveza. Me puse la gorra del soldado y confundido con ellos me excluyeron de la presentación de documentos”.

El viaje duró toda la tarde y toda la noche. Cuando el soldado dejó el bus, otros trucos le dieron resultado: hacerse el dormido y hacerse el norteamericano. Para estos dos papeles es utilísimo un ejemplar de Selecciones en inglés, porque ayuda a conciliar el sueño en el primer caso y da la impresión de inofensiva estulticia en el segundo. Cuando pisó tierra colombiana, se dejó invadir por la alegría, se desperezó vistosamente, emitió un ruidoso, largo bostezo, le dio una patada a un pedrusco cercano. Quizás todo esto llamó la atención, despertó sospechas. Y un sabueso del DAS, revólver al cinto, le pidió la cédula. La exhibición de la cédula y el conocimiento que se tuvo de su presencia allí, concentró la atención en sus dos pesadas maletas. Pidieron refuerzos. Pero los decepcionó: libros, instrumental quirúrgico.

Entretanto, Bayer hizo un mitin. Y resolvió tomar el toro por las astas. Con varios pasajeros y algunos guardias de Aduana, comenzó a hablar de revolución. Y un agente secreto se declaró simpatizante de sus ideas sin muchas precauciones. Y le informó que el jefe del Das en Maicao era el mismo que habían mandado a Puerto Ayacucho, poco después de su salida de allí con dirección al Inírida. ¡Mucho mejor, contestó Bayer, veremos si me meten a la cárcel o si me dejan trabajar! Esa noche bebía cerveza con el jefe del DAS. Por el momento no tenía órdenes de detenerlo.

Como en un cuento de hadas, en Maicao, necesitaban un médico. Le ayudaron muchos amigos de todos los partidos. Se encontró un amigo, Justiniano Maya Jaramillo que le brindó hospitalidad en su casa. Era conservador y caldense. Igual lo recibieron los liberales, los del MRL y los camaradas, los dos sastres que representan siempre al Partido comunista en los pueblos de tierra caliente.

 

 

 

 

LIBROS
Amnesias de Ancón.

Amnesias de Ancón.

Festival de Ancón, 53 años de una leyenda Tomado de El Festival de Ancòn, un quiebre historico. Carlos Bueno Osorio-CAROLO. Ed. ITM, Medellìn,2001. Oscar Domínguez   No disfruté en forma del Festival de Ancón. Claro que no fue por falta de ganas, como dicen...