Este lugar de la noche

Carlos Bueno

3 diciembre, 2024

José Manuel Arango, un poeta digno de recordar

José Manuel Arango

 

 

«Pero el poema, más que de una vision del mundo, surgirá de lo que Unamuno llamó un sentimiento de la vida. Está  hecho no solamente de enunciados, de afirmaciones y negaciones, sino de los verbos y sustantivos de una lengua que tiene su historia, de palabras que por sus sonoradidades y cadencias despiertan ecos y asociaciones, está hecho de imágenes y de ritmos, de rupturas y silencios. Por eso es dificil  decir en prosa, herramienta del intelecto, lo que se dice o muestra un poema si es verdadero, lo que bregan por decir esos textos fallidos en los que generalmente nos quedamos.

 

Creo que hay una manera más comprensiva de acercarse a las cosas y a los hombres, y que está justamente en la poesáa. Hasta me empeño en no creer que no existan los dioses o que hayan muerto. Es un anacronismo, por supuesto, pero tal vez un anacronismo necesario, en esta hora, para la poesía. Siempre me ha acompañado la convicción de que lo sagrado, lo que Lezama Lima llama sobrenaturaleza, no puede negarse impunemente. Sólo que no es cosa del otro mundo. Son esas fuerzas que uno encuentra por todas partes: en un árbol, en un pájaro, en un niño. Hasta en los picaros y tahúres y matones que ahora nos acorralan. Tales dijo hace ya siglos que todo está lleno de diosecitos… o de demonios. Yo quisiera, si fuera posible, ser su discípulo en esa especie de politeísmo, o polidemonismo, o pandemonismo».

 

José Manuel Arango

I
los hombres se echan a las calles
para celebrar la llegada de la noche
un son de flauta entra delgado en el oído
y otra vez son las plazas lugares de fiesta
donde las niñas que cruzan con la espalda desnuda
las miradas de los cajeros adolescentes
repiten los movimientos de un antiguo baile
sagrado y en la algarabía
de los vendedores de fruta
olvidados dioses hablan
Poeta del viernes / José Manuel Arango – La Cola de Rata
Grammatici certant
El nosotros
lo saben los gramáticos
es un curioso pronombre
Quiere decir tú y yo
sin él
y también él y yo
sin ti
y también él y yo
contigo y contra el resto
En todo caso excluye siempre a alguien
de la otra los otros que nosotros

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Hay gentes que
llegan pisando duro

Hay gentes que llegan pisando duro
que gritan y ordenan
que se sienten en este mundo como en su casa

Gentes que todo lo consideran suyo
que quiebran y arrancan
que ni siquiera agradecen el aire

Y no les duele un hueso no dudan
ni sienten un temor van erguidos
y hasta se tutean con la muerte
Yo no sé francamente cómo hacen
cómo no entienden

JOSE MANUEL ARANGO | Legado Antioquia

IX

vagó toda la noche por calles desiertas
maldiciendo

alguien lo llamó por un nombre que no era el suyo
pero sabía que era a él a quien llamaban

 

 

 

 

Poeta del viernes / José Manuel Arango – La Cola de Rata

José Manuel Arango Pérez (Carmen de Viboral, 1937 – Medellín, 2002) fue poeta, traductor y ensayista, profesor de Lógica Simbólica durante varios decenios en la Universidad de Antioquia. En los años 60 residió en Estados Unidos, donde obtuvo su maestría en Filosofía y Literatura y conoció los principales movimientos poéticos contestatarios de ese momento: beatniks, imagismo y la contracultura hippie. Sin embargo, su poesía buscó raíces más hondas, desde la tradición clásica e hispanoamericana, pasando por la mejor poética anglosajona e incluso del lejano Oriente. Escritores como Walt Whitman, Emily Dickinson, William Carlos Williams, Ezra Pound y Denise Levertov tuvieron siempre en su obra una profunda ascendencia espiritual y estilística.

Fundó, junto a otros intelectuales, revistas de gran prestigio: “Acuarimántima” (1973-1982) y “DesHora” (1996-2002), y participó en el Consejo de Redacción de “Poesía” (1986-1989). En 1988 recibió el Premio Nacional de Poesía, otorgado por la Universidad de Antioquia como reconocimiento a su trabajo literario, y en 1997 el Premio a las Artes y las Letras de la Secretaría de Educación y Cultura de Antioquia. Publicó “Este lugar de la noche” (1973), “Signos” (1978), “Cantiga” (1987), “Poemas escogidos” (1988), “Poemas” (1991), “La sombra de la mano en el muro” (1992), “Tres poetas norteamericanos” (traducciones de Whitman, Dickinson y Williams, 1993), “En mi flor me he escondido” (traducción de Emily Dickinson, 1994), “Montañas” (1995), “Poemas reunidos” (1997) y “La tierra de nadie del sueño” (póstumo, 2002). Casi toda su obra se compone de poemas cortos que recogen, de un lado, un enorme acervo cultural, y de otro, una sensibilidad que se expresa en monólogos y en alusiones herméticas.

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José Manuel Arango, un poeta digno de recordar

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