“Pero claro, a los que aborrecen el poder”.
El periodista Carlos Bueno Osorio, egresado de la Universidad de Antioquia, publicó un renovado alegato anticlerical, alérgico al conservatismo, exponente de un múltiple abanico de pensamientos rebeldes: ideológicos, espirituales, de carácter y personalidad, de una recopilación de personajes y momentos, en la historia Colombiana, obsesionantes. “Bitácora de la infamia” presenta una selección de crónicas históricas, amenas y divertidas.
Por: Bernarda*
Tras unos lentes sin marco, sobre una mirada de tonos azules que a veces recuerda el gesto de Borges, se encuentra la visión de un rebelde, que como expresa en la dedicatoria de su texto: “Pero claro, a los que aborrecen el poder”, como él y otros tantos igualmente sensatos, que le hacen el quite por cuestión de higiene.
Bitácora de la infamia, “la edad media” en Colombia, es una selección de crónicas escritas por Bueno a lo largo de su vida como investigador y periodista. No hay punto de partida para construir y encontrar los personajes y los momentos históricos que este autor quiere retratar, pero tampoco hay una meta o punto final en esta búsqueda, los indómitos siempre han existido, y confiamos que en el futuro existirán.
Personajes como Jorge Isaacs expuesto desde su irreverencia y pasión por el fusil y los principios demo-liberales, Juan de Dios “El Indio” Uribe, agresivo, intolerante, quién hiciera del panfleto un género literario de implacable contenido, o como Porfirio Barba Jacob y Tulio Bayer, in-alineables, inclasificables, genuinos, geniales. Estos son algunos de los protagonistas de este texto que publica la editorial UNAULA. Aquí, la conversación con el personaje autor que transporta mundos en sus palabras:
Bernarda: ¿Qué le gusta más a Carlos Bueno, el periodismo o la literatura y la poesía?
Carlos Bueno: No! Es que me encanta la poesía y la literatura, pero eso le sirve a uno de instrumento para evaluar y saber escribir. Yo nunca he escrito un poema, nunca se me ha ocurrido; crónicas, reportajes, todo eso sí. Pero, ¿sin literatura y sin poesía como escribe uno?
B: ¿Qué lo motivó a escribir Bitácora de la infamia?
C.B: No, es que el libro se ha ido construyendo en distintas épocas; aparentemente tiene hasta unidad, pero son cosas hechas por mí, personajes que me han gustado y que he querido y que he seguido, que de pronto encuentro datos y voy aquí y allá, Yo me voy encontrando con los personajes. Ahí en el libro cuento yo la historia con Manuel Socorro, ese tipo… desde que entré en la universidad estoy peleando contra ese tipo, me he pasado toda la vida peleando, ¡¿Qué padre del periodismo?! ¡Ese qué, por qué, cuándo pues? Toda mi vida he peleado con ese señor, hasta que por allá encontré un dato, y yo ¡Venga haber! Voy a empezar por aquí a desentrañar este tipo: Cómo es que llega Pablo Murillo a Bogotá, y como él delataba a todo el mundo, señalando, ese y ese y los hijos fusilando, dele y dele, entonces señala y va a visitar a Manuel del Socorro Rodríguez, y encuentra que lo que tiene allá es un cuadro de Fernando VII, el rey… por eso cuento la historia, ¿Cómo así hombre? Antonio Nariño se pasa toda la vida en las mazmorras, traduce los derechos del hombre, hace todo lo que hace y, entonces, resulta que un pobre cretino, que hasta realista es, y no sólo eso sino cubano! Resulta dizque Padre del periodismo!
B: Dentro del texto encuentro cierta mezcla de personajes. Al comienzo del libro queda claro que a los “aborrecen el poder”, pero hay algunos personajes que son más radicales en su pensamiento que otros, hay algunos que creen en la democracia, otros más desarraigados de todas las ideas políticas, más profundos.
C.B: Yo ahí cogí la parte de las publicaciones; mire este personaje por ejemplo, Tulio Bayer “Buscando un editor” y cómo las editoriales se le niegan (…) El libro que escribí dedicado a Bayer se llama “Solo contra todos” Pero es que a él le cabía, porque Bayer no le comió cuento a nadie, no le comió cuento al Che Guevara, no le comió cuento a Fidel Castro. De todas partes lo echaron. Era muy lúcido, además él fue fugazmente guerrillero, rápidamente se dio cuenta que eso no era, precisamente por eso lo echó Fidel de Cuba por criticar la revolución (…)
B: Hay tres crónicas que me inquieta saber por qué las incluye en su libro, que son La de Jorge Isaacs, lo veo como literato, pero su rebeldía es más leve, no lo encuentro radical, también la crónica sobre el episodio de Ancón y los últimos Nadaístas…
C.B: Lo del nadaísmo fue una inclusión de nosotros mismos… Ancón es la primera revuelta de la juventud en Medellín contra el clericalismo y el mandato de la curia en Medellín.
Pero cómo me vas a decir eso si Jorge Isaacs fue un radical completo, el primero que pensó en cómo iba a renovar la educación en este país, el primero que dijo “hay que crear escuelas nocturnas para los obreros, para indígenas, para mujeres”, a él fue el primero que se ocurrió, como los conservadores no dejaron, pues se levantó en armas ¿Qué más quiere? ¿Qué más revolucionario que ser el primer escritor moderno colombiano?
B: De pronto rebelde dentro de los lineamientos de las posturas liberales… No un personaje que quisiera abolir el Estado o el poder, más bien un liberal de la vieja escuela…
C.B.: Sí claro…
B: Estos personajes como Jorge Isaacs, “El Tuerto”, Hernando Téllez incluso, eran personas de cierta manera radicales en su pensamiento, pero todavía creían en la política… entonces, ¿Por qué alguien que está embebido de positivismo y embriago con todas estas falacias ilustradas, como lo es la democracia, por ejemplo, puede llamarse rebelde?
C.B: ¿Usted no sabe qué era Colombia en el siglo XIX? ¿Usted sabe lo que le tocó luchar a Isaacs, al “Indio” Uribe, a Vargas Vila, a Diógenes Arrieta, a César Conto, a todos los radicales liberales contra los conservadores colombianos? Lo que quería mostrar Cien Años de Soledad era eso, el coronel Aureliano Buendía hizo 32 revoluciones. Pero todo el XIX colombiano es una lucha de las ideas liberales, de las ideas de la revolución francesa contra los conservadores colombianos ¿Usted no sabe quién es Miguel Antonio Caro? Como con uñas redacta la cosa más espantosa que es la constitución del 86… Estos tipos se rebelaron, se fueron en armas contra semejante teocracia.
B: Para darse cuenta en el siglo XX que los liberales simplemente querían su porción de poder…
C.B: No, pero es que el partido liberal colombiano ha cambiado mucho. En la historia del Partido Liberal Colombiano cupo gente como López Pumarejo y Eduardo Santos, Álvaro Uribe Rueda o Jorge Eliécer Gaitán…
B: Hay un personaje contemporáneo de esos primeros hombres que usted menciona en el libro que es el norteamericano Henry David Thoreau y él también era un rebelde, pero radical de diferente manera…
C.B: ¡Claro! Es que Thoreau es Emerson, y es Walt Whitman, y es Mill…
B: Bueno, tengo por acá una de las primeras citas del libro que me llama la atención, es de Emiro Kastos, sobre Medellín; dice así: “Vegetando sin sociedad y sin placeres, los hombres reuniéndose en las mismas partes, conversando de las mismas cosas, los jóvenes buscando en los vicios las emociones que les niega la monotonía social… y los viejos corriendo tras los pesos y economizando como si la vida durara mil años (…) no puede concebirse que haya tantos hombres juntos llevando una vida tan estúpida”. ¿Cómo es su relación personal con esta ciudad?
C.B: (risas) La misma que tuvo León de Greiff, Emiro Kastos, que tuvo Gonzalo Arango, la misma de Eduardito Escobar…
B: Siguiendo con este tema de las citas, encuentro por la página 102 una de Gabriel García Márquez, acerca de la escritura, del hecho de publicar: “La escritura es un medio de comunicación bastante rudimentario en el cual hay que ir descifrando sonido por sonido. Es casi de la edad de piedra. El libro es un objeto bárbaro, incómodo y sumamente caro y el tiempo que exige la lectura ya no está a la altura de nuestra época, es reaccionario, es una posición para élites selectas. Las grandes obras de la literatura quedarán para fósiles, esto va para la imagen y con el tiempo para la telepatía”. ¿Qué opina de éste pronóstico visionario?
C.B: (risas) Eso lo escribió García Márquez es por qué se estaba refiriendo, por ejemplo, a volver a escribir una vaina como Cien Años de Soledad, eso es muy berraco… Esté el computador lo más avanzado que pueda, si no está escrito ¿Usted qué hace? Usted encuentra ahí todo, pero está escrito. Usted tiene que saber leer, de cualquier manera la formalización del pensamiento está en la escritura, entonces siempre va a haber que escribir, cambiarán los soportes, pero yo pienso que los que quieren los libros van a estar buscando libros toda la vida.
B: Leí la reseña que publicó la revista Arcadia sobre su libro, es muy halagadora, pero la última frase me deja un sin sabor, y es esa de Téllez que se refiere a la objetividad. ¿Objetividad, imparcialidad, como es eso posible? El sujeto transforma el objeto.
C.B: Él dice: “La crítica en Colombiana tiene que ser implacable!” “Esto es un país feo, católico y sentimental”, esto hay que re-hacerlo. (…)
B: Lo que yo encuentro es una contradicción lingüística y semántica entre la palabra “crítica” y la palabra “objetividad”…
C.B.: Objetivo es mirar el personaje, conocerlo bien para poder hacer la crítica, para hacerla hay que conocerlo a fondo. No por oídas o porque te cayó mal, no, tiene que ser objetivo en el sentido de que hay que tener un conocimiento de lo que vas a escribir y ahí sí hay que ser implacable. Es que Téllez lo que está diciendo es que en este país los prestigios no valen nada, hay destruir esos prestigios, esto es un país construido en babas.
B: El título del libro, tiene un sobre-nombre, por así decirlo, que proclama la “Edad media” en Colombia, ¿Por qué se le ocurre?
C.B: (…) Todos los textos tienen relación. Hubo un problema en ponerle el título, que era ¿cómo hacer pa’ que se entienda que es una ironía? Por qué no faltará el bobo que va a decir “Colombia no tuvo edad media”. Porque claro, uno sabe que la edad media es la inquisición, la edad media es estas barbaridades que hizo el absolutismo, los siervos; pero es que la edad media también es Leonardo Da’vinci, la ilustración, el final con la revolución francesa, entonces la edad media no tiene solamente la connotación de oscurantismo, de represión, la edad media es doble, tiene las dos caras de la moneda.
B: ¿Cree usted que hoy en día es una negligencia publicar?
C.B: No, hay que hacerlo. De todas formas, viendo el panorama completo, publicar también es una manera de caer en el anonimato.
* Alejandra Sandoval Escudero