En Plutarco había leído una leyenda de navegantes acerca de una isla situada en los parajes vecinos al Mar Tenebroso, donde los Olímpicos triunfantes habían confinado siglos atrás a los Titanes vencidos. En aquel mito situado en los confines del mundo volvía a encontrar las teorías filosóficas que había hecho mías: cada hombre esta eternamente obligado en el curso de su breve vida, a elegir entre la esperanza infatigable y la prudente falta de esperanza, entre las delicias del caos y las de la estabilidad, entre el Titán y el Olímpico. A elegir entre ellas o a acordarlas alguna vez entre sí.
Marguerite Yourcenar.
Memorias de Adriano