Para Nietzsche, todo conocimiento es perspectiva e interpretación. Por tanto, todo conocimiento es relativo. Una percepción total es una contradicción en los términos. Una visión total es imposible porque, si alguien viera todo, vería hasta la retina de sus ojos y sería, por tanto, ciego, porque la retina le impediría ver otra cosa. Un ser omnividente es lo mismo que un ciego, al igual que un ser omnisciente es un ignorante. Lo que a Nietzsche le molesta de la teología es lo en ella es esencial: el absolutismo.
El poder es siempre una correlación de fuerzas. Un poder absoluto no tiene sobre quién ejercerse, porque no tendría una resistencia que vencer. Decir de un ser que es omnipotente, es igual que decir que es impotente. Al viejo dios, decía, Nietzsche, le hemos sacrificado muchas cosas pero, sobre todo, le hemos sacrificado la capacidad intelectual, y lo más molesto que tiene, como decía Baudelaire, es que para reinar no ha necesitado ni siquiera existir.