Uno de los llamados Leopardos le argumentó a un ministro que había sido citado en el Congreso: ”El Señor ministro se lava la conciencia como Pitágoras se lavaba las manos”. El ministro respondió: “El honorable senador confunde los hechos: Pilatos y no Pitágoras fue quien lavase las manos”. Y, Augusto Ramírez Moreno, El Leopardo de ocasión, exclamó: ”He ahí la insolvencia de este Ministro: cree que Pitágoras no se lavaba las manos”.
Lo diseñó la naturaleza para la abundancia, desea la variedad y nada salvo la castración, puede eliminar su fascinación por la prostitución, la fornicación, el adulterio y la pornografía.
…parece provisto de voluntad propia, de un ego superior a su tamaño y resulta frecuentemente molesto debido a sus necesidades, apasionamientos e impredecible naturaleza. A veces hay hombres que sienten que los domina, les hace perder el control, les...